I
Para mis manos tumbagas,
pa mis caprichos moneas,
y pa mi cuerpo lucirlo
mantones bordados, vestidos de seda.
La luna que yo pida,
la luna que me dan,
que pa eso mi payo abiya más parnés
que tiene un sultán.
-¡Envidio tu suerte!-
me dicen algunas al verme lucir,
y no saben, probes,
la envidia que ellas me causan a mí.
María de la O,
qué desgraciadita, gitana, tú eres
teniéndolo to.
Te quieres reír
y hasta los ojitos los tienes moraos
de tanto sufrir.
Maldito parné,
que por su culpita dejaste al gitano
que fue tu querer.
Castigo de Dios
es la crucecita que llevas a cuestas,
María de la O.